¡Me debes una cena!
Por Lindey Gale, CBM
Un colega Australiano muy querido en CBM falleció hace poco.
Jim Stallard sufría de una variedad de limitaciones musculares, varios problemas severos de salud, era muy perspicaz y tenía una facilidad única de hablar. Escribió dos libros autobiográficos: ¨God´s Quad¨, y la segunda ¨You Owe Me Dinner¨(me debes una cena), título inspirado en el pasaje de Lucas
14 que se enfoca en las discapacidades
¡Me debes una cena! Es una Buena frase para iniciar la reflexión entorno a Lucas 14, donde Jesús se enfoca en una persona discapacitada, y nos invita a asumir un enfoque similar en nuestra hospitalidad. En el pasaje encontrarás una historia acerca de Jesús, y una historia contada por Jesús.
La historia acerca de Jesús tiene que ver con una comida de sábado en la casa de un Fariseo conocido y sus invitados importantes; el hombre discapacitado aparece en medio de este contexto. Jesús es uno de los invitados, y su consejo para el anfitrión es extraño y contra cultural – en el v. 13 le indica que debe ¨llamar a los pobres, a los mancos, a los cojos y a los ciegos¨!
La historia contada por Jesús tiene que ver con las preparaciones para la cena magnífica que está por venir. Jesús cuenta de un anfitrión que manda algo extraño y contra-cultural – en v. 21 y 23 les dice a las personas discapacitadas y con pocas probabilidades de ser invitados - ¨vengan, están invitados!¨
¿Cómo debemos comprender esta historia hoy? – ¿comprendemos el mensaje de manera concreta o lo espiritualizamos?
He estado recolectando sermones basados en Lucas 14, y la gran mayoría espiritualizan el pasaje.
En la primera historia, la discapacidad es tratada como una experiencia de desgracia, o ¨arruinando la vida¨. Como resultado, se invisibiliza la experiencia concreta de la discapacidad.
También se espiritualiza el comentario de Jesús acerca de la dificultad de los pobres y discapacitados para corresponder o pagar favores – el enfoque debe ser más en la visión negativa que tiende a tener la gente de las personas discapacidadas como ¨pobrecitos¨, ¨desafortunados¨, o ¨no bendecidos¨, en vez de en la probabilidad de que no tengan casa o acceso a una buena comida.
En relación a la segunda historia contada por Jesús, la tendencia de los predicadores es relacionar a la congregación con la gente mencionada en el v.23 que vienen de los caminos y valles, afuera de los límites de la ciudad. En otro ejemplo de espiritualizar el texto, aquí se interpreta que nosotros somos menos que los pobres y discapacitados de Israel por ser gentiles. Este dato se usa para resaltar la grandeza de la gracia no merecida, pero también nos desconecta de las experiencias del otro grupo de invitados en v. 21 – los pobres y discapacitados.
¿Y si no espiritualizamos? ¿Qué vemos si esta historia mantiene una relación concreta con la discapacidad? En muchas culturas, la estigma de la discapacidad, la realidad del honor y vergüenza, y la práctica de la reciprocidad todavía están vigentes. Si en estas culturas no se ha aprendido a espiritualizar los textos, este pasaje y la perspectiva contra-cultural que conlleva siguen trayendo un mensaje claro hoy en día.
Esto significa que la comunidad cristiana tiene una gran oportunidad en el campo de desarrollo. Tanto de manera personal como corporativo, tenemos la oportunidad de demostrar algo de la hospitalidad de Dios mediante prácticas de hospitalidad concreta y personal para con personas con discapacidades y los pobres.
Jim Stallard dijo una vez: ¨La discapacidad no es sexy – la gente quiere ignorarlo.¨ Pero cuando la discapacidad se vuelve personal, cuando las personas con discapacidad son nuestros amigos o se sientan en nuestra mesa, no lo olvidaremos.
Si estamos ignorando la discapacidad en el desarrollo, ¿será porque no hemos permitido que la discapacidad influya en nuestras vidas personales?
Y si no hemos permitido que la discapacidad sea personal para nosotros, ¿será que estaremos lo suficiente decididos para asegurar que la discapacidad se reconozca y se transversalice en nuestro trabajo en desarrollo?
¿o seremos más como un líder de jóvenes en la iglesia donde estuve últimamente, que cuando le animamos a que adapte su programa para incluir al joven discapacitado preguntó si no sería mejor que no participe?
Reflexión
¿De qué manera hemos procurado incluir a personas con discapacidades en nuestro trabajo, iglesias y vidas? Señor, ayúdanos a permitir que sea un tema personal en nuestras vidas, y en nuestras organizaciones e iglesias.
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