Lunes 1 de juli0 de 2024 ¿Te reenviaron esta newsletter? ¡Hola! Bienvenidx y gracias por estar del otro lado. En el envío anterior prometí que en esta edición iba a contarte más sobre lo que charlé con Leo Camiser acerca de las nuevas formas de pensar y ejercer la paternidad, la corresponsabilidad en la crianza y las tareas de cuidado. Pues soy una mujer de palabra así que hoy vas a leer sobre eso, pero no únicamente. Además, esta edición es particular porque voy a inaugurar una especie de sección o envíos especiales, como más te guste, que tengo ganas de hacer hace mucho y nombré: “La newsletter en la newsletter”. La newsletter en la newsletter: Nacho Pereyra “¿Por qué soy como soy como varón? ¿Por qué me gustan las cosas que me gustan y por qué no? ¿Cuánto de eso es cultural y cuánto no? ¿Y esto sería igual si no fuera varón? ¿Y esto lo hago porque soy varón? ¿Y esto, en realidad, es de varón? ¿Qué es de varón y qué no lo es? ¿Hay un límite?”. Nacho Pereyra se describe como “en estado de pregunta permanente”. Dice que es algo que lo caracteriza desde siempre pero que con la paternidad se disparó aún más, y así también describe a su newsletter, Recalculando: “Diario de un nómade en crisis. Hablo de paternidad y masculinidad. Más preguntas que certezas. Más dudas que respuestas. Siempre estoy pensando”. Con muchos puntos en común con Leo Camiser y Matías Criado, con quienes charlé en el envío anterior sobre nuevas formas de pensar las paternidades que hacen añicos el viejo modelo del varón proveedor y ausente física y emocionalmente de su familia, Nacho Pereyra también entró en crisis cuando se transformó en padre —queda comprobado que no es algo que nos pasa solo a las mujeres al convertirnos en madres—. También necesitó comprender qué le sucedía y escribir sobre sus experiencias un poco a modo de catarsis. En un primer momento comenzó una crónica que, de tan extensa, devino en borrador de libro para finalmente transformarse en newsletter como un espacio permanente en el que volcar sus vivencias, sus aprendizajes y reflexiones constantes en torno a la paternidad, a la masculinidad, a los vínculos de pareja después de que llegan lxs hijxs. Nacho es periodista, argentino, pero hace cuatro años vive en Grecia con su compañera, italiana, Irene Caselli —quien también es periodista y escribe una newsletter llamada The First 1000 Days (Los Primeros 1000 Días), sobre crianza y la importancia de los primeros mil días de vida, y quien más adelante también pasará por esta sección de la newsletter en la newsletter—. Pero antes de instalarse en Grecia para echar una raíz que aún no saben si dejarán crecer mucho tiempo más allí, vivieron en Italia, en Argentina, y estuvieron cuatro años siendo nómades sin un lugar al que llamar “casa”. La pandemia los sorprendió en medio de esa situación con su primer hijo aún pequeño y los obligó a establecerse: eligieron las afueras de Atenas, frente a la playa. La crisis de Nacho que dio inicio a su newsletter no tenía que ver con el nomadismo al que ya estaba acostumbrado —o no principalmente— sino a que junto con la paternidad, a los pocos meses de nacer su primer hijo, a Irene le llegó una muy buena propuesta laboral. Esto, sumado a que su trabajo no iba muy bien y a que a poco de intentar sostener los trabajos de ambos y la crianza de un bebé se dieron cuenta de que el equilibrio era imposible, decantó en que él renunciara y se dedicara tiempo completo al cuidado y la crianza de su hijo. Así lo cuenta Nacho en uno de los primeros envíos de Recalculando: "Los primeros meses de Lorenzo coincidieron con un fracaso laboral propio, que resonó aún más porque contrastó con un éxito de Irene, mi compañera, también periodista, que pasó a convertirse en el sostén económico de la familia. Sin pensarlo demasiado, dejé a un lado casi dos décadas de trabajo como periodista para ocuparme a tiempo completo de Lorenzo y de las tareas domésticas. De pronto, los roles de género tradicionales con los que habíamos crecido quedaron invertidos. En teoría y durante los primeros días, no veía ningún problema. Pero a medida que pasaba el tiempo, fue creciendo una sensación de incomodidad e insatisfacción. Desorientado, apareció una pregunta a la que intenté dar respuesta: ¿quién soy yo si no trabajo para ganar dinero?". Así me lo cuenta a mí: "Vivíamos como nómades, cuidando casas, no teníamos infraestructura alrededor para criar a un chico si no era con uno de los dos full time en eso, aunque eso lo entendí después. Entonces naturalmente dije: “Sí, dale, yo me quedo con Lorenzo, no pasa nada”. Irene viajaba y yo iba con ella a lugares pero era estar atrás de Lorenzo. Yo iba como lo que algunos llamaban babysitter, un poco como broma, pero al final siempre había alguien que me decía: ‘Que, ¿sos el babysitter?’, ‘No, soy el padre’. Pasaba mucho eso. La cuestión es que yo empecé a sentir un malestar ahí. Ya había dejado las colaboraciones que hacía porque no podía editar hasta las cuatro de la mañana y levantarme a las siete, terminaba muerto. Con ese malestar empiezo a escribir". Nacho dice algo que las mujeres repetimos hasta el hartazgo cuando nos convertimos en madres: “Yo no tenía tiempo para mí, no tenía nada, estaba todo el día con Lorenzo y nada más”. Entonces comenzó a levantarse a las cinco de la mañana para poder arrancarle más horas a su día y tener algo de tiempo propio antes de empezar a cuidar a su hijo, a las 9. Algo que usualmente también hacemos las mujeres que maternamos y trabajamos de forma remunerada. Y las que escribimos. Como dice Nacho. “Y ahí empiezo a escribir y claro sale como una especie de catarsis, escribo un montón, y lo que era una crónica se transforma en un libro, que todavía tengo ahí, son más de 200 páginas”. Era ese momento el año 2021, Irene y una amiga le sugirieron postular a un programa de beca de la ICFJ (International Center for Journalists) (Centro Internacional para Periodistas), en el que escogían un proyecto de medio digital para subvencionar y otorgaban capacitación a su autor para crearlo. Se postuló con la idea de su newsletter, lo eligieron y así comenzó Recalculando. Para empezar, le sobraba material: “Tenía un montón de borradores escritos en notas del teléfono, por todos lados. Escribía en las siestas de Lorenzo, escribía en los ratos que él se enganchaba a jugar con algo, cuando se dormía, parado en una plaza: escribía cuando podía. Escribía como algo un poco terapéutico y para procesar. Escribir me ayuda a pensar y pensar me ayuda a ver todo lo que no sé y todo lo que no entiendo”. Madres periodistas, escritoras, trabajadoras de la palabra: seguro todas se están identificando con esa situación. Nacho comenzó su newsletter maldormido, aprendiendo a cuidar un bebé a tiempo completo, mudándose de un lado a otro y escribiendo parado entre hamacas y toboganes. Y, algo que destaca y que también mencionaban los entrevistados de la newsletter pasada: sin red. Sin tribu. Porque ni él ni su compañera tenían a su familia ni a sus amigxs cerca la mayoría del tiempo. Lleva dos años así. En este tiempo con Recalculando cosechó aprendizajes tanto de la newsletter como espacio como de los temas sobre los que escribe. Dice que “la newsletter tiene un potencial enorme” y que le brindó “un montón de perspectivas nuevas, experiencias de lectores, la posibilidad de mirar hacia adentro y ver cosas que no veía, de reflexionar”. “Irene siempre es una primera lectora y me hace comentarios, entonces me ayuda a parar la pelota y a ver con un poco más de profundidad. Es un privilegio tener el tiempo de pensar y de buscarle la vuelta, ya sea a cosas con los chicos, sobre mi forma de ser varón y por qué determinadas cosas me hacen sentir mal y por qué no”. La recepción de la newsletter, dice, fue mucho mejor de lo que esperaba, con suscriptorxs en sus versiones en inglés y en español y un feedback “buenísimo”. “Me escriben más mujeres que varones diciendo: ‘Está buenísimo lo que decís, yo ya lo sé todo, igual, me gustaría que lo leyera mi pareja, pero no se suscribe’. Entonces se la reenvían. También me escriben varones que reaccionan cuando hablo de un tema en particular y me dicen: ‘Siempre pensé en escribirte pero no lo hice y ahora que veo que los varones te escriben, te escribo’, y me mandan mails larguísimos. Así que en ese sentido estoy supercontento”. Del intercambio con lxs lectorxs también destaca las devoluciones de un papá primerizo que se sentía identificado y cobijado por la newsletter porque —algo para reflexionar— sentía “que no lo cagaba a palos como lo hacía al menos una parte del feminismo que él consumía, con el que simplemente se sentía señalado”. Cuando leía Recalculando, en cambio, “sentía que le decía: ‘Ey, hay que laburar esto o lo otro’, sentía que le hablaba a él pero que le daba una chance de repensar y repensarse en vez de ponerlo solamente contra el paredón”. Dice también que es en esta forma de interpelar a quien lee, generando identificación, mostrándole que no es el/lx únicx con determinado pensamiento o atravesando alguna situación y en la cercanía entre autor y lectorx que genera el intercambio por mails, sin algoritmos ni intermediarios, donde radica la mayor riqueza de la newsletter como medio. Nacho cuenta que Recalculando plantea temas como por qué los varones deben involucrarse en la organización de los cumpleaños de lxs hijxs, “desde un concepto bastante pragmático porque creo que los varones somos bastante iletrados en tareas de cuidados por una cuestión de cómo está conformada la sociedad y de qué nos enseñan de chicos a unos y a otros. Los varones aprendemos a ser fuertes, a diseñar una carrera para generar plata y las mujeres están educadas en los cuidados. Entonces llegamos bastante ignorantes (te hablo siempre en línea generales) a esas tareas cuando se presentan”. “Y si cuando uno quiere hacerlo se siente hostigado o maltratado, entre comillas —sigue— porque ‘Ah, sos un inútil, dejá que lo hago yo’, creo que lo que pasa es que muchos varones prefieren no hacer nada a enfrentar un conflicto. Tampoco el varón está muy acostumbrado al conflicto en territorios en los cuales no se siente fuerte. Una cosa es en el laburo donde sí está entrenado o en otros ámbitos y otra en el ámbito doméstico, donde no tiene las herramientas para defenderse, o en la crianza, porque no se siente muy seguro y al varón no le gusta sentirse inseguro. Entonces creo que viene por ese lado ese feedback de lectores. Creo que tiene que ver con lugares de partida. Y yo también escribo la newsletter desde un lugar, lo pongo ahí, muestro mi curva de aprendizaje. No escribo desde un lugar de sabiduría sino desde cómo la experiencia me atravesó porque me tocó, ni siquiera porque la elegí en el sentido altruista, no es que dije: ‘Yo lo voy a hacer por una cuestión de género’. Lo hice porque me pareció obvio que si Irene ganaba buena guita, yo me ponía a cuidar a Lorenzo. Y, con mucha ignorancia, lo hice. Y cuando me lancé, la experiencia me cagó a palos. Ahí empiezo a aprender y a entender. Ahí empiezo a ver las cosas que nunca había visto”. Cuenta que los temas más recurrentes que surgen en el intercambio con lxs lectorxs tienen que ver con lo cotidiano: cómo encontrar el equilibrio en las tareas domésticas y de cuidado, cómo resolver rispideces o conflictos en la pareja y cómo continuar con la pareja y alimentarla después de tener hijxs. Ahí, él dice que su newsletter funciona como un puente: las parejas se las envían a sus compañerxs a modo de llamado a la reflexión. Para que lean lo mismo que les sucede a ellxs y quizás no pueden poner en palabras o lo que les interesa que comiencen a plantearse. “Me parece que lo que falta ver es que más allá de lo individual hay un problema estructural muy grande, depende el contexto de los países pero en general se repite un poco el patrón de que laburamos como bestias, ya no importa casi donde estés, somos esclavos de nosotros mismos, y en eso nos cuesta ver que tener hijos es un montón. Y que encima nosotros dedicamos, el que menos, dos o tres horas por día al teléfono, a estar conectados ahí, y en esas dos, tres horas por día podés hacer un montón de otras cosas. Y además laburamos un montón y laburamos todo el tiempo. Eso atenta contra la crianza, y después te frustra cuando un hijo te demanda atención casi plena. Al varón, como me pasó a mí, lo hace descubrir lo que es vivir interrumpido todo el tiempo, algo que las mujeres siempre padecieron”. Respecto a las nuevas masculinidades y a la deconstrucción de los viejos modelos tiene puntos interesantes: pide un poco de paciencia a las mujeres y sugiere a sus congéneres no huir de los conflictos y “dejar de barrer abajo de la alfombra” por comodidad. En vez de esto propone llegar a puntos de negociación para tener relaciones más armoniosas: “Al varón le puede parecer un embole tener que limpiar el baño tres veces por semana y a la mujer le parece supernecesario. En ese desencuentro podemos simplificar en: ‘Ah, qué hincha pelotas’ o llegar a un acuerdo: ‘Yo lo limpiaba una vez por mes, vos lo limpiabas tres veces por semana, qué te parece si hacemos una vez por semana’. Encontrar un punto medio en el que funcione para los dos”. Dice que muchas de estas actitudes están muy arraigadas en los varones y que él puede verlas más claramente desde que cursó la Diplomatura en Masculinidades y Cambio Social de la UBA, la primera oferta académica de este tipo, a la que llegó a partir de que comenzó a escribir y a pensar sobre estas cuestiones. “Haber estudiado eso me ayudó a poner en palabras cosas que me habían pasado los últimos años”. Luego siguió y sigue formándose en masculinidades y paternidades a través de lecturas, cursos y consumos culturales. “Creo que eso me da una visión mucho más amplia respecto a que esto que me pasaba a mí no me pasaba solo a mí si no a muchos”. Aún así, asegura que el subibaja emocional, la crisis inicial que disparó la newsletter y las preguntas constantes, en estos dos años desde su lanzamiento, cambiaron pero no se extinguieron, lo que en su opinión es saludable —y en la mía, también—. “Hay momentos en que me siento más seguro y menos vulnerable, y otros en los que me sigue costando. Yo empecé a laburar desde muy chico, entonces nunca dependí económicamente de nadie y ahora desde hace cuatro años que dependo de mi pareja. Y si bien, racionalmente, eso no me parece un problema, hay un lugar en mí todavía en el que me cuesta vivir sin ganar plata, sin ser el que genera la plata, por más que mi laburo sea estar con los chicos y ocuparme de la casa y que haya todo un trabajo invisible ahí que, si hubiera que pagarlo, costaría tal vez lo mismo que gana Irene en su trabajo, qué es lo que les pasa a las mujeres todo el tiempo. Lo que me pasa a mí como varón es lo que le pasó a las mujeres durante décadas”. “Entonces sí, cambió la manera en que me sentía [cuando inicié Recalculando] porque tengo más herramientas para poner en palabras eso y transformo lo personal en algo colectivo, que es lo que trato de hacer con mi newsletter”. Ahora sí, lo prometido es deuda —y ser una argentina endeudada me parece casi una redundancia— así que, completamente en línea con la newsletter de Nacho, va otro pedacito de la entrevista que le hice a Leo Camiser de cara al Día del Padre, y que me quedó afuera de la edición anterior. —¿Cómo ves a las paternidades en Argentina, hoy? (y te pregunto Argentina pero seguro es muy diferente en la clase media y progre porteña que en otras ciudades y provincias del país). —Lo que noto, depende obviamente de dónde vivas, es que se está hablando más y hay mucha más conciencia. Después que esto se vea en la práctica es otro tema, porque muchas veces a los hombres nos pasa que nos anotamos: “Bueno, esta semana, sin que nadie me diga, voy a limpiar la ropa, a lavar la bacha, a bañar a los chicos”. Pero por ahí como es algo que no sentimos realmente, si no que hacemos pensando: “Es lo que me corresponde” o “Lo hago para que mi pareja no se enoje”, lo hacemos por poquito tiempo pero no llegamos a incorporarlo como hábito. Entonces me parece que los hombres, siempre que podemos hacernos los boludos, nos hacemos los boludos. Pero que a la vez se está hablando y hay cada vez más papás que muestran que se puede estar presente. Y no tengo ninguna duda de que el trabajo que hace la mujer, por más que no sea remunerado, que debería serlo, es mucho más cansador y desgastante que el que puede hacer un hombre, el estereotipo de hombre, fuera de la casa. Sobre todo en esa primera etapa que el nene es chiquito o la nena es chiquita. Vos sos hombre, ponele que laburás todo el dia: ¿y? ¿no podés tener anotado el día que van al pediatra? ¿a qué salita van de jardín? Que no te lo tenga que recordar sino por ahí ser vos el que lleva agendadas un montón de cosas que a la mujer le sacan carga mental. Me parece que eso sería lo justo pero que va a llevar mucho tiempo para que lo podamos incorporar como algo, en esencia, nuestro y no algo impuesto, porque todo lo que es impuesto dura poquito tiempo. —¿Qué es lo que más te marcó de convertirte en padre? —Lo que más marcó fue que inicialmente yo romanticé la llegada de mi primer hijo y después te das cuenta de que no es tan fácil y no es tan romántico, sobre todo en mi caso, como padre, al ver que mi nene, cuando nació, solo hacía caca, pis, tomaba teta y estaba con la madre. Y creo que lo que más cambió fue el hecho de correrme del centro, de dejar de sentir que soy el protagonista para sentir que hay alguien más importante que yo en esta vida, un ser que depende pura y exclusivamente, en este caso, de mí y de mi pareja y que todo lo que hagamos o digamos va a repercutir en su vida y en la mía también porque es mi hijo. Entonces lo más fuerte fue eso, saber que de ahora en más va a haber una persona para la que voy a tener que estar y querer estar siempre. Después, sentir ese amor muy profundo, muy genuino, muy desinteresado, y aprender que ese amor también es una construcción. Creo que lo más fuerte es eso, y sentir que eso de que por un hijo das todo es real. Como también es real que muchas veces es muy difícil, que no encuentro los recursos, que me siento mal padre porque termino gritando, porque me siento totalmente fuera de mis casillas, porque ya les dije las cosas 200 veces y no sé cómo hacerles entender que es por su bien. Cada etapa de los hijos tiene su complejidad. —¿Qué cosas no te imaginabas o no te esperabas de la paternidad? —Yo creía que iba a ser más paciente a la hora de jugar con ellos, por ejemplo, por mi estilo que siempre fue lúdico, musical, y por ahí les juego un rato y ya estoy para hacer otra cosa. Eso al principio me daba culpa y después aprendí que bueno, no soy tan paciente, y no pasa nada. También me da culpa, como trabajo desde el teléfono y con el teléfono, que a veces estoy presente con ellos pero no estoy, o sea, puedo estar físicamente con ellos pero al tener que hacer cosas siento que no estoy o no les doy la bola que ellos se merecen y a mí me gustaría. Y después, cosas que no me esperaba, ponerme a llorar o pasar de un grito a un llanto con diferencia de diez minutos, por ejemplo; que mis chicos estén peleando y yo: “¡Por favor, paren!”. Y después ellos dándose un beso o diciendo “Papi, te amo” y yo llorando como un bebé. Siempre fui sensible, soy sensible, pero no imaginé ese subibaja emocional que me podía generar tener hijos. Por otro lado, me parece que está bueno que, como personas, más allá de padres y madres, intentemos hacer cosas que nos gusten y que nos hagan bien, porque eso, no tengo dudas, va a tener una repercusión directa en nuestro vínculo con nuestra familia y con nuestros hijos. Las destacadas de agenda 💚 Mujeres Activan por la Paz invitan a un encuentro virtual por la paz en Medio Oriente. El espacio de intercambio que llamaron “La Paz como objetivo común para mujeres israelíes y palestinas” es abierto a cualquier persona que desee participar y darse la oportunidad de “escuchar historias y perspectivas de quienes viven el conflicto y trabajan incansablemente en torno a la visión compartida de un futuro más pacífico y justo”. Estarán presentes como panelistas Manuela Rotstein y Ghadir Hani, israelíes representantes del movimiento Women Wage Peace (Mujeres Activan por la Paz) y Marwa Hannad y Reem Al-Hajajreh, palestinas representantes del movimiento Women of the Sun (Mujeres del sol). Se realizará el sábado 6 de julio a las 11 horas de Argentina. Tendrá traducción simultánea al español. Podés registrarte acá. 💚 Una ONG recopiló las agresiones sexuales perpetradas por Hamas contra mujeres judías. “El llanto silencioso. Crímenes sexuales de guerra del 7 de octubre” se titula el informe que recoge testimonios de la violencia de género del día del ataque. Fue elaborado por la Asociación de Centros de Crisis por Violación en Israel, una organización independiente del Gobierno israelí, y muestra que la violencia sexual fue usada en forma sistemática por Hamas contra las mujeres judías. Que muchas fueron violentadas estando ya heridas o fueron víctimas de vejaciones adicionales durante la agresión sexual, antes de ser asesinadas. En todos los casos, fueron elegidas como blanco por su condición de judías. 💚 Clacso brindará un seminario para interrogar las mapaternidades latinoamericanas. El Grupo de Trabajo Estudios críticos en materpaternidades invita a docentes, investigadorxs, estudiantxs, organizaciones de la sociedad civil y trabajadorxs de organismos públicos a participar del Seminario-Taller: “Interrogando las materpaternidades en América Latina hoy”, que se realizará con modalidad virtual el 3 de julio. Es gratuito y se puede participar completando un formulario en este enlace. Antes de despedirme te cuento que Infobae lanza una nueva newsletter 👇. Se llama Campo por Revista Chacra y reúne todo lo que tenés que saber del mundo agropecuario. Desde información relacionada con este negocio hasta cómo su desarrollo afecta tu vida. Registrate gratis acá y recibila lunes por medio. Hasta acá llego hoy. Espero que te haya gustado esta nueva sección de la newsletter. Si tenés alguna otra newsletter de temas afines que disfrutes mucho y te gutaría leer más sobre su atorx, contame cuál es así la tengo en cuenta para La newsletter en la newsletter. Recordá que siempre podés enviarme comentarios, inquietudes o temas que quisieras que abordara en este espacio a mi mail: abudasoff@infobae.com. Si este envío no llegó a tu bandeja de entrada sino a tu carpeta de Spam o Promociones, llevalo a tu casilla principal, como muestra el gif, así nos reencontramos en quince días. ¡Que tengas una linda semana! Copyright © 2024, Todos los derechos reservados Ud. ha recibido este correo electrónico porque voluntariamente ha aceptado integrar la base de datos de titularidad Infobae. Si no desea seguir recibiendo nuestras comunicaciones, haga clic en Cancelar suscripción. 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