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Artículo destacado:

Para mí, Inside Out (Del revés, en España, IntensaMente, en Latinoamérica) es una película necesaria. En el aspecto cultural, es una obra maestra del cine con un guion impecable. Pero, además, en el aspecto social, es capaz de contar de forma aparentemente sencilla lo compleja, emocionante y aleatoria que es la mente humana y lo importante que es conocer cómo “funcionamos” por dentro. Si no la han visto (y les animo a que corran a ello para comprobar cómo un delfín-elefante les roba el corazón), les cuento muy brevemente que es la historia de una niña, Riley, y de las cinco emociones básicas que manejan su existencia: Alegría, Tristeza, Miedo, Ira y Asco.

Hoy se estrena su secuela, y a ella asoman cuatro nuevas emociones, complejas en este caso, que abruman a Riley al alcanzar la adolescencia: Vergüenza, Envidia, la muy francesa Ennui y la que dicen que es la estrella de la película, Ansiedad.

Sin embargo, como explica Javier Leñador González-Páez, de la Universidad de Sevilla, ni las emociones complejas brotan de pronto al llegar a la pubertad (para ese momento ya llevan años dando guerra), ni las básicas quedan relegadas a un segundo plano cuando crecemos. Aunque en lo que Leñador González-Páez profundiza, como experto en la materia, es en un cameo que hace una quinta nueva emoción a la que todavía no le ha llegado la hora de ser protagonista: Nostalgia.

Espero que disfruten de su revelador análisis (y de las películas).