Buenos días:

El desafío de Marruecos a España, al permitir la entrada irregular en Ceuta de más de ocho mil personas, muchas de ellas menores, que han puesto su vida en riesgo creyendo que el otro lado de la frontera iba a colmar todas sus expectativas de trabajo y un futuro digno, ha vuelto a poner de manifiesto la complejidad de las relaciones entre ambos vecinos.

En el magnífico artículo que abre hoy la edición en español de The Conversation, el catedrático de Historia del Derecho y de las Instituciones de la Universidad de Córdoba, Manuel Torres Aguilar, explica que a lo largo de la historia reciente Marruecos ha aprovechado contextos políticos críticos, como el que vivimos ahora, debido a la pandemia de covid-19 y la crisis del Sáhara, para lanzar una estrategia que radica en generar una situación de conflicto que condicione las decisiones internacionales a su favor.

Una vez más, como ya hiciera en los estertores de la dictadura franquista con la marcha verde, emprendida por miles de marroquíes sobre el territorio del Sáhara “que ni entonces, ni antes, ni nunca, había formado parte del reino de Marruecos”, recuerda Torres Aguilar, el régimen de Mohamed VI ha recurrido a esta estrategia, no solo para presionar a la UE por el Sáhara, sino también para recordar una deuda pendiente con Rabat: la anexión de Ceuta y Melilla, dos ciudades de soberanía española.

La UE, de momento, ha cerrado filas con el Gobierno español.  “Las fronteras de España son las de la Unión Europea”, declaró ayer el presidente del Consejo, Charles Michel. 

Salud,