Buenos días:

Una de las cosas que tienen en común las películas de El nombre de la rosa y Los pilares de la Tierra es la atmósfera de oscuridad: sus personajes se mueven por calles tétricas y edificios lúgubres. Algo similar ocurre en la serie Juego de Tronos, cuya sociedad está dominada por la guerra, la violencia y la muerte.

Todas estas producciones están inspiradas en la Edad Media, una época que habitualmente se representa como una etapa siniestra, azotada por las enfermedades y con edificios sucios e insalubres. Pero según desvelan los profesores de la Universidad de León José Alberto Moráis Morán y María Dolores Teijeira Pablos en el artículo que abre este resumen semanal, el Medievo era mucho más brillante.

Muchos de los edificios de la época han llegado hasta nuestros días muy deteriorados, pero gracias a los registros históricos y las nuevas tecnologías, los expertos han logrado reconstruir virtualmente diferentes monumentos, como la basílica constantiniana en San Pedro del Vaticano (Roma) y la catedral románica de Gerona. Estas reproducciones muestran interiores luminosos, con grandes ventanales y vidrieras que regaban el espacio de color.

Las catedrales góticas como las de Notre-Dame de París, Zamora y Palencia también presentan cristales policromados y albergaban pinturas y tapices de diferentes tonos.

Gracias a todas estas obras, “hoy sabemos que el arte medieval destacaba por su color y viveza”, aseguran los autores, más que por esa oscuridad que nos muestran las series y películas.

Salud,