Buenos días:

A una intuición la llamamos “corazonada”, una persona bondadosa tiene un “gran corazón” y algo que nos disgusta es “descorazonador”. Por no hablar de su notoria presencia en la cultura popular: cuenten si no las apariciones de otros órganos, como los pulmones, los riñones o el hígado, en las letras de las canciones. Con todo el respeto.

Los seres humanos sentimos un apego especial por el corazón, incansable trabajador capaz de bombear cinco litros de sangre por minuto. Quizá porque se acelera al ritmo de nuestras emociones y podemos sentir cómo funciona con el simple gesto de colocar una mano sobre el pecho.

Desde pequeños lo dibujamos con dos semicírculos que se unen en una punta de flecha hacia abajo, algo muy alejado de su verdadero aspecto. ¿Por qué? La primera aparición documentada de este sencillo icono universal aparece en monedas griegas que representaban las semillas de una planta: el silfio. Como nos revelaba Irene González Hernando, profesora de Historia del Arte en la Universidad Complutense de Madrid, una posible explicación es que los antiguos vincularon esa especie vegetal ya extinta a Afrodita, la diosa del amor.

En realidad, el corazón esconde una complejidad biológica y anatómica que los científicos no terminan de desentrañar por completo. Así, los cardiomiocitos –las células contráctiles responsables de los latidos– apenas se renuevan en toda nuestra vida, a diferencia de lo que ocurre en otros animales, como los peces y las salamandras. Actualmente, diversas investigaciones en curso intentan encontrar la manera de activar esa capacidad de regeneración en los tejidos afectados por infartos.

En The Conversation hemos dado noticia puntual de los apasionantes estudios que están ayudando a despejar este y otros enigmas. Les animamos a descubrir, por ejemplo, las enrevesadas conexiones moleculares que intervienen en las arritmias; las causas que abocan a las mujeres a tener peor pronóstico tras sufrir un infarto, y cómo condicionan la salud cardiovascular el hecho de haber nacido con bajo peso o las fluctuaciones de nuestro reloj biológico.

Estos hallazgos demuestran que las probabilidades de sufrir un infarto, una insuficiencia, una arritmia severa o una muerte súbita cardiaca dependen de una constelación de factores que no siempre está a nuestro alcance controlar. Pero, como recordaba un grupo de expertos de la Universidad de Murcia, mantener un estilo de vida saludable –no fumar ni beber, controlar el sobrepeso…– es fundamental para prevenir estas dolencias.

Y un factor clave, cómo no, es la dieta: reducir la sal y aumentar las raciones de cereales integrales, frutas, verduras, legumbres y frutos secos en nuestras mesas contribuirá a que esa máquina palpitante de apenas 300 gramos de peso no desfallezca.

De todo corazón, gracias por leer The Conversation,

Pablo Colado

Salud + Medicina

El dibujo de los órganos del cuerpo responde a la necesidad didáctica. Shutterstock / SewCream

¿Por qué dibujamos así el corazón?

Irene González Hernando, Universidad Complutense de Madrid; María Milán García, Universidad Complutense de Madrid

Es una figura universal: dos semicírculos que se unen en una punta de flecha hacia abajo. Sin embargo, ese símbolo poco tiene que ver con el órgano que bombea nuestra sangre. Aquí repasamos cómo ha variado la representación del corazón a lo largo de la historia.

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La regeneración del corazón: descifrando un misterio evolutivo

Miquel Sendra Ortola, Centro Nacional de Investigaciones Cardiovasculares (CNIC)

¿Por qué no podemos regenerar nuestro corazón como otros animales? ¿Ha sido la evolución cruel con nosotros? El estudio del desarrollo y la reparación del corazón será clave para reducir la mortalidad por infartos.

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En busca del origen de las arritmias cardiacas

Fadoua El Abdellaoui Soussi, Instituto de Salud Carlos III; Pablo Gómez del Arco, Instituto de Salud Carlos III

Las investigaciones de los autores han localizado dos proteínas que desempeñan un papel fundamental para que nuestro corazón lata -o deje de hacerlo- a un ritmo acompasado.

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¿Por qué las mujeres tienen peor pronóstico tras sufrir un infarto? El origen podría estar en los genes

Alberto Cordero Fort, Fisabio

Las mujeres tienen más riesgo de morir por infarto de miocardio que los hombres, y una de las causas es que sufren síntomas diferentes. Una alteración genética podría estar en el origen de esta discrepancia.

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El corazón de las personas que nacieron con bajo peso podría ser distinto del de los demás

Fàtima Crispi, Universitat de Barcelona; Álvaro Sepúlveda-Martínez, Universidad de Chile; Merida Rodríguez-Lopez, Pontificia Universidad Javeriana

Si durante el embarazo el feto experimenta una falta de nutrientes, intentará ahorrar y engordará menos. Sin embargo, esto puede tener importantes consecuencias en su salud adulta.

Shutterstock / zoff

El reloj circadiano en los asuntos del corazón

María Ángeles Bonmatí Carrión, Universidad de Murcia; María de los Ángeles Rol de Lama, Universidad de Murcia

¿Por qué nuestro corazón late un poco más deprisa durante el día que durante la noche? Además, los datos epidemiológicos nos muestran un importante aumento matutino de los eventos cardiovasculares adversos.

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Si las enfermedades cardiovasculares se pueden prevenir en gran medida, ¿por qué no las reducimos?

Antonio J. Ruiz Alcaraz, Universidad de Murcia; Bruno Ramos Molina, Universidad de Murcia; Darío Mandaglio Collados, Universidad de Murcia; Francisco Marín Ortuño, Universidad de Murcia; José Miguel Rivera Caravaca, Universidad de Murcia; Raquel López Gálvez, Universidad de Murcia

Mediante la identificación y el tratamiento de los factores de riesgo como la obesidad, la hipertensión, la diabetes, la apnea del sueño y la exposición a contaminantes, entre otros, se disminuye el riesgo de desarrollar enfermedades cardiacas.

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La mejor dieta para cuidar nuestro corazón

Ana Belén Ropero Lara, Universidad Miguel Hernández; Marta Beltrá García-Calvo, Universidad Miguel Hernández; Silvia Guillén García, Universidad Miguel Hernández

La mala dieta es un importante factor de riesgo para desarrollar una enfermedad cardiovascular. Evitar ciertos alimentos e incluir otros (frutas, verduras, legumbres, frutos secos, aceite de oliva…) nos ayudará mantener un corazón sano y en plena forma.