Buenos días:

Hace unos 1 700 años, a un médico chino se le ocurrió tratar la diarrea dando a sus pacientes una “sopa amarilla” hecha con heces frescas de un donante sano. Aunque la receta no parece muy apetecible, su idea fue precursora de los trasplantes de microbiota fecal empleados actualmente para curar diferentes patologías gastrointestinales.

Las bacterias que viven en nuestro intestino influyen en nuestro estado de salud general. Cambian con la edad, pero al mismo tiempo esas alteraciones contribuyen al proceso de envejecimiento y al desarrollo de algunas enfermedades.

Manuel Sánchez Angulo, de la Universidad Miguel Hernández, desgrana los resultados de un reciente estudio que demuestra en roedores que la implantación de heces de ejemplares jóvenes en individuos ancianos disminuye la inflamación asociada a la senectud.

¿Podrían convertirse los trasplantes fecales en una especie de elixir de juventud?

Quizá sí, pero podemos empezar por tener una dieta y unos hábitos saludables para conservar nuestro reservorio bacteriano. “Si cuidamos de nuestros microbios, ellos cuidaran de nosotros”, nos recuerda el autor.

Salud,