En medio de Central Park, en Nueva York, hay una zona boscosa en la que apenas entra la luz solar llamada The Ramble. Los caminos serpentean, los matorrales suben y bajan, está prohibidísimo pasear por cualquier elemento de tonalidad verde y orientarse en semejante maraña de hojas es una empresa difícil.

Hace tiempo alguien me dijo que en ciertos puntos del parque uno podía perderse y olvidar que estaba en la gran ciudad. Imagino que se refería a The Ramble y a la sensación de paz que produce. Pero lo cierto es que, siendo una zona querida por los vecinos, es un espejismo en el bullicio. Nadie se va a la Gran Manzana a esconderse en medio de los árboles

La revolución industrial hizo que cientos de miles de personas abandonasen el campo para hacinarse en espacios verticales y diminutos. La precaria concentración de mentes benefició sin embargo a la creatividad y el arte se hizo con las calles. La atracción por el jaleo y las prisas de la metrópoli se volvió irrefrenable.

Hoy en día, la ciudad es un imán, objeto y sujeto de muchas vidas y obras. Su diámetro se estira, encoge, muta y muchas veces hasta se reproduce. Lo que estaba hace veinte años puede que ya no exista, los sonidos de hace siglos ya son solo un recuerdo. Y sin embargo, ahí siguen las urbes, en el centro de nuestro mundo.

Marc Augé, de cuyo fallecimiento se cumple un año el mes que viene, se hizo famoso por definir el concepto de “no lugar”, un espacio en el que el ser humano está de paso, sin apropiarse del mismo, permaneciendo por lo tanto anónimo. Pensemos en supermercados, aeropuertos y centros comerciales. Pensemos incluso en barrios que se han construido sin tener en cuenta las necesidades de sus vecinos. Pensemos en todas esas esquinas carentes de vida.

Ahora bien, ¿quién dice que un no lugar no puede transformarse en un lugar por derecho propio si lo colonizamos, si cambiamos su identidad, si lo hacemos nuestro?

La ciudad es de todos, no solo de los coches y las terrazas. Por ella pasea Leopold Bloom, a ella se enfrenta Fortunata y en ella investigan los detectives de Paul Auster.

Porque lo cierto es que, paradójicamente, a pesar del ruido y el trasiego, la ciudad es un espacio que se abre al caminar sin rumbo, al vagar por ella con pereza. Concha Méndez Cuesta, poeta de la generación del 27 y paseante, lo describía muy bien en sus versos:

Me gusta andar de noche las ciudades desiertas,

cuando los propios pasos se oyen en el silencio.

Sentirse andar, a solas, por entre lo dormido,

es sentir que se pasa por entre un mundo inmenso.

Los que amamos las ciudades, las amamos a pesar de sus transformaciones, de los no lugares, de las carreras, del riesgo del anonimato. Las amamos precisamente por ello, porque todo pasa ahí gracias a su incomparable personalidad. Y sin embargo, es cierto. De vez en cuando también necesitamos huir de ellas. Para eso existe The Ramble.

Claudia Lorenzo Rubiera

Cultura y The Conversation Europe

Puente Manhattan a través de los ojos de Brooklyn. Jason Sponseller/Shutterstock

La ciudad incomprensible: Nueva York según Paul Auster

Ramón Espejo Romero, Universidad de Sevilla

En Nueva York conviven lo mejor y lo peor del género humano, y nadie lo ha retratado mejor que Paul Auster.

Fotograma de ‘Lost in Translation’. Filmaffinity

Estamos dejando de pasear por la ciudad

Isabel Argüelles Rozada, Universidad de Oviedo

Caminar sin ningún objetivo fijo, por el placer de caminar, es una costumbre urbana que, con el ritmo actual, está en desuso. Deberíamos recuperarla.

Fotografía de Los Ángeles. Daniel Lee / Unsplash

El urbanismo de Le Corbusier o por qué vivimos todos lejos

José Ariza de la Cruz, Universidad Complutense de Madrid

Le Corbusier proponía una ciudad en la que la velocidad y el vehículo privado nos ayudasen a salvar grandes distancias. Pero eso ha empeorado el tejido social urbano en el que vivimos hoy en día.

Grabado de Josep Pascó de ‘La ciudad de Jaén y cercanías’, del libro ‘España, sus monumentos y sus artes, su naturaleza e historia. Granada, Jaén, Málaga y Almería’, de Francisco Pi y Margall (1885). Biblioteca Virtual de Andalucía / Wikimedia Commons

La ciudad del pasado con oídos del presente

Virginia Sánchez-López, Universidad de Jaén; Isabel María Ayala Herrera, Universidad de Jaén; Javier Marín-López, Universidad de Jaén

La ciudad no solo se puede ver, sino también escuchar. Incluso se pueden recrear en ella sonidos del pasado que nos transporten a otra época.

micadew / Flickr

Si no puedo bailar, esta no es mi revolución: las mujeres en el espacio público

Manuel A. Broullón-Lozano, Universidad Complutense de Madrid

Virginia Woolf pedía “una habitación propia” para las mujeres. Concha Méndez Cuesta dejó patente que también necesitan salir a la calle con libertad, sin miedos y sin dudas sobre su derecho a poder “poner” el cuerpo en la calle.

Efetova Anna /Shutterstock

En la ciudad tras Marc Augé

Isabel Argüelles Rozada, Universidad de Oviedo

Ha fallecido este lunes el célebre antropólogo francés, mundialmente reconocido por su teoría de los no lugares y sus análisis sobre la ciudad “sobremoderna”.

Vista de Manhattan al fondo y las viviendas sociales en primer término. Theowatson / Wikimedia Commons

Un recorrido histórico por el diseño de la ciudad y el espacio público

María Elena Escudero López, Universidad Rey Juan Carlos

El diseño de las ciudades influye en sus habitantes. Muchas veces se diseña pensando en “enseñar” a la gente cómo vivir el espacio, cuando se debería adaptar el espacio a cómo vive la gente, y cómo puede vivir mejor.

Diane Keaton y Woody Allen, en una escena de ‘Annie Hall’. Metro Goldwyn Mayer / IMDB

La ciudad habla en la filmografía de Woody Allen

Marta de Miguel Zamora, Universidad Rey Juan Carlos

Los personajes de las películas desvelan las preocupaciones del director a lo largo de su trayectoria.

Yulia Plekhanova / Shutterstock

Cómo perder el miedo a leer a Joyce

Ricardo Navarrete Franco, Universidad de Sevilla

La extensión y aparente complejidad del ‘Ulises’ de James Joyce nos pueden asustar. Pero, como en las mejores cosas de la vida, el esfuerzo tiene su recompensa.

Ana Belén, interpretando a Fortunata en un fotograma de la serie de TVE ‘Fortunata y Jacinta’, dirigida por Mario Camus. RTVE

Cómo Galdós retrató la hipocresía de la sociedad gracias a ‘Fortunata y Jacinta’

Laura Ventura, Universidad Carlos III

Con ‘Fortunata y Jacinta’, Benito Pérez Galdós retrató no solo el amor de dos mujeres por el mismo hombre sino también la lucha de dos personajes por lograr un espacio propio en la sociedad de su tiempo.

Terraza en Barcelona. Tanya Keisha / Shutterstock

Historia de las terrazas: ¿cómo han llegado a convertirse en protagonistas de la vida urbana?

Eulàlia Gómez Escoda

Las terrazas nacieron en Europa a finales del siglo XIX como una prolongación en la calle de las salas de estar domésticas convertidas en mirador y lugar de encuentro donde compartir conversaciones, comida y bebida.