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Más de un tercio de los niños y niñas que viven en territorio español padecen pobreza o riesgo de exclusión. Y tener un trabajo estable ya no es un indicador de bienestar, ya que un tercio de las personas en situación de pobreza son trabajadoras.

En gran medida, esta realidad se debe a que la falta de medidas retributivas eficaces ha llevado en las últimas dos décadas a una tendencia ascendente de la concentración de la riqueza, que se acelera en momentos de crisis. En 2022, más de la mitad de toda la riqueza en España estaba en manos del 10 % más rico de la población, según subraya hoy Aliou Diallo, de la Universidad de Girona.

Para colmo, aunque últimamente las grandes corporaciones, especialmente en sectores como la energía y la tecnología, han multiplicado los beneficios por encima del 10 % de media anual, solo los miembros de los consejos de dirección aumentaron sus retribuciones (un 45%). El salario medio de los trabajadores, en cambio, apenas aumentó. 

Así las cosas, la ciudadanía debería reaccionar y organizarse para exigir que se incluya la agenda política de temas como la revalorización de los sueldos. Y quizás sea el momento de dejar de dar tanta importancia al PIB y medir la prosperidad de los países con el FIB, es decir, la felicidad interior bruta. Que en lugar de poner el foco en el dinero se centra en las necesidades básicas y el tiempo disponible para la familia, los amigos o el ocio.

Salud,