Hoy en The Conversation:

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Artículo destacado:

Todos hemos oído hablar de los agujeros negros, a menudo representados en la ficción como una suerte de puerta espacial que “aspira” todo a su alrededor. En cierta manera, esta idea se corresponde con la realidad: su campo gravitacional es tan intenso que ni siquiera la luz puede escapar hacia el exterior. De ahí que se denominen “negros”.

Estos fenómenos son el resultado extremo de un proceso de compactación de materia. En el artículo de hoy de la sección The Conversation Júnior, los investigadores del Instituto de Astrofísica de Andalucía (IAA-CSIC) Gerardo García y Carlos Barceló ponen un ejemplo muy ilustrativo: imagine que la Tierra mermase hasta alcanzar el tamaño de una canica.

Los agujeros blancos, por el contrario, se forman cuando una región del espaciotiempo muy compacta y extremadamente oscura deja de serlo y empieza a emitir luz y materia hacia el exterior. En este caso, la canica se hace grande hasta convertirse en el planeta que conocemos. Los autores explican las similitudes y diferencias entre ambos y responden a las preguntas planteadas por una joven: ¿existen realmente los agujeros blancos? ¿Qué pasaría si se encontraran con un agujero negro?

Salud,