Cuando en 2016 Beyoncé publicó el álbum Lemonade, no solo estaba estrenando su nuevo proyecto musical, sino que demostraba que había logrado dominar un lenguaje que había comenzado a hablar tres años antes con su disco ‘Beyoncé’: el del álbum visual.

El formato, heredero de los álbumes conceptuales de los años setenta, desarrolla una propuesta que permite a los artistas fabricarse identidades y roles a través de motivos visuales recurrentes provenientes de anécdotas personales y ficticias.

Si bien Lemonade supuso un punto y aparte en su carrera, una obra espectacular e icónica, Beyoncé siguió trabajando con el álbum visual en el proyecto Black Is King, en el que exploraba el uso del color, los símbolos bíblicos y referencias a la maternidad y la diáspora africana.

Ahora que la artista acaba de lanzar Renaissance, de momento sin ningún vídeo que lo acompañe, Ana María Sedeño Valdellós, de la Universidad de Málaga, aprovecha la espera para hacer un recorrido por el lenguaje visual de los álbumes de Beyoncé y explicar por qué lo que hace es rompedor y extremadamente inteligente.

Salud,