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Buenos días:
El fin de semana pasado me convertí en una especie de vehículo humano en manos de mi sobrina de 11 meses. Agarrada a mis manos, dirigía sus pasos y los míos a todos los rincones en exploraciones sin fin; por el camino, se soltaba de una mano para recoger objetos diversos que llamaban su atención y que cambiaba de ubicación. A ratos, se paraba y dedicaba unos minutos a observar estos objetos. Señalaba con su dedo índice detalles determinados (un dibujo en un trapo de cocina, un botón o la etiqueta de un jersey) y al mismo tiempo emitía una serie de balbuceos adorables con distintas entonaciones como si se recitara una lección.
Cualquier persona que haya pasado unas horas con un bebé de entre uno y dos años conoce esa sensación de agotamiento absoluto ante lo que parece una energía investigadora sin fin (sentarse un rato a descansar no es una opción, hay que hacer turnos). Como comentó mi hermano en un momento dado: “Para los bebés, pensar y moverse son la misma cosa”. Para mi sobrina, la única alternativa al movimiento era caer rendida en una siesta reparadora.
En ninguna etapa de la vida está más presente la conexión del cerebro con el cuerpo como en la primera infancia. La psicomotricidad es una parte esencial del desarrollo físico y mental: los bebés y los niños pequeños necesitan moverse para aprender y evolucionar. Como defendía el pedagogo francés Bernard Aucouturier, observarlos y acompañarlos en ese movimiento es la tarea fundamental de los educadores infantiles. La sala de psicomotricidad es por lo tanto un elemento esencial en guarderías y aulas de infantil, y los maestros y cuidadores tienen una misión que va mucho más allá de vigilar para asegurarse que nadie se hace daño, como nos explican expertas de Mondragon Unibertsitatea en un artículo reciente. Al mismo tiempo, las dificultades psicomotrices nos pueden alertar de alguna área del desarrollo que merezca atención.
El movimiento sigue siendo imprescindible en las etapas de desarrollo siguientes: no solo es nociva la pretensión de que los escolares pasen la mayoría de sus horas sentados frente a un pupitre, sino que es preocupante que los niños y las niñas abandonen estas actividades de juego físico cada vez más temprano. La vida en las ciudades, los dispositivos móviles, la sobrecarga de deberes, las actividades extraescolares, muchos
son los factores que provocan que ya no haya niños jugando en las calles. Pero, si los adultos hemos interiorizado ya el mensaje de que la salud mental pasa por mantener dosis regulares de ejercicio físico durante toda la vida, ¿nos vamos a conformar con que los cerebros en desarrollo de los más pequeños realicen apenas unos minutos de movimiento al día? El deporte, siendo una actividad necesaria también, no es lo mismo que el juego.
Esta selección de artículos plantea necesidades y ofrece consejos en este sentido. Las vacaciones pueden ser un momento perfecto para ponerlos en práctica y replantearnos las rutinas durante el curso que viene. Feliz lectura.
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Eva Catalán
Educación
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Eider Salegi Arruti, Mondragon Unibertsitatea; Markel Maia Sadaba, Mondragon Unibertsitatea; Susana Cabello Perez, Mondragon Unibertsitatea
El aprendizaje y el desarrollo en las etapas más tempranas está íntimamente ligado con el cuerpo y el movimiento.
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Sara Magallón Recalde, Universidad de Navarra
Las habilidades motrices de los niños impactan directamente en su desarrollo psicológico, afectivo y académico. Detectar y tratar el trastorno de forma sencilla y barata en las escuelas es posible.
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Victor Arufe Giráldez, Universidade da Coruña
Pese a los múltiples beneficios que reporta la actividad física en la primera infancia, apenas hay horas dedicadas en la escuela. Algo muy negativo para el futuro del alumnado.
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Ángeles Conde Rodríguez, Universidade de Vigo
Jugar nos sirve durante la infancia para desarrollar todas las dimensiones humanas y entrenar para la vida. Pero hay un tipo de juego que los niños abandonan cada vez antes. ¿Con qué consecuencias?
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Mª Raquel Picornell Buendía, Universidad Camilo José Cela
Desde antes de cumplir el primer año de edad es posible trabajar una serie de estímulos que los bebés vivirán como juegos pero que colaboran considerablemente en el desarrollo intelectual posterior.
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Ángeles Conde Rodríguez, Universidade de Vigo
Sugerencias para padres, educadores y responsables municipales para contribuir a que los niños jueguen durante más años y transmitirles el gusto por los juegos al aire libre.
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Joaquín Mateu Mollá, Universidad Internacional de Valencia
Estudios recientes demuestran que asistir a clases de pie mejora la memoria de trabajo, el autocontrol y la resolución de problemas, además de combatir el sedentarismo.
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Javier Brazo-Sayavera, Universidad Pablo de Olavide; Danilo Rodrigues Pereira da Silva, Universidad Pablo de Olavide; David Sánchez Oliva, Universidad de Extremadura
Los centros educativos pueden convertirse en una herramienta muy útil para combatir los problemas asociados a la escasa práctica de actividad física y el incremento en el comportamiento sedentario de la población joven.
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Lara Varela-Garrote, Universidade da Coruña; Luisa Losada Puente, Universidade da Coruña; Miriam Carretero García, Universidade da Coruña; Raul Fraguela-Vale, Universidade da Coruña
A pesar de que los colegios e institutos pueden hacer más, es durante los fines de semana cuando el sedentarismo impera, ya que muchos niños dependen de la disponibilidad de los adultos para poder moverse.
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Javier Brazo-Sayavera, Universidad Pablo de Olavide; Blanca Roman Viñas, Universitat Ramon Llull; Susana Aznar, Universidad de Castilla-La Mancha
Un proyecto global busca ser una herramienta para la implementación de políticas basadas en la evidencia científica que mejoren el estado de salud de niños y adolescentes.
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