Buenos días:
La neurociencia nos dice que aprendemos más y mejor cuando algo nos motiva: la motivación, que podríamos definir, en el ámbito educativo, como las razones que hacen que merezca la pena un esfuerzo determinado, es uno de los elementos imprescindibles para que se produzca un aprendizaje significativo y duradero.
Pero ¿qué nos motiva? ¿Por qué se nos agota –a veces demasiado rápidamente– ese impulso mágico que nos convierte en esponjas del conocimiento? La respuesta a esta pregunta es en cierta medida el santo grial de la educación. Hay diferentes vías para alcanzar la ansiada motivación, y están todas escondidas en las emociones.
Por ejemplo, una emoción que nos gusta y que nos dejará buen sabor de boca y ganas de repetir es la satisfacción cuando obtenemos un premio o recompensa, sea en la forma de una buena calificación, de un título, o, en su forma más prosaica, un regalo material.
Por eso está tan en boga en las aulas el concepto de gamificación, que no es otra cosa que introducir en el proceso de aprendizaje los mecanismos de liberación de dopamina de los videojuegos: los premios.
A corto plazo, y aplicado de manera puntual en clase, las recompensas pueden servir para hacer más ameno y lúdico un tema particularmente árido; ayudan a romper la monotonía, pueden “enganchar” a los estudiantes menos participativos y crear un buen ambiente en el aula.
Pero a largo plazo, los premios agotan su capacidad motivadora. Al final, las recompensas que realmente nos dan una sensación duradera de felicidad son las intrínsecas, las que tienen que ver con logros no materiales.
Llegar a entender esto, y encontrar esa motivación interna, es una clave del éxito, no solo académico, sino profesional o incluso personal. Por eso lo que enseñemos en colegios e institutos no debería tener, como fin único, lograr unas buenas notas o un título, sino conocernos mejor a nosotros mismos, cuáles son nuestras cualidades, y cómo las podemos potenciar.
Para ello, además de intentar motivar, debemos transmitir a los estudiantes que hay cosas por las que merece la pena hacer un esfuerzo, y que la disciplina interna, esa que nos obliga a cumplir con un objetivo marcado, es también una enorme fuente de felicidad cuando se alcanza.
Ofrecemos estas interesantes lecturas para reflexionar sobre motivación, recompensas y disciplina.
Feliz sábado,
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