Buenos días:

La neurociencia nos dice que aprendemos más y mejor cuando algo nos motiva: la motivación, que podríamos definir, en el ámbito educativo, como las razones que hacen que merezca la pena un esfuerzo determinado, es uno de los elementos imprescindibles para que se produzca un aprendizaje significativo y duradero.

Pero ¿qué nos motiva? ¿Por qué se nos agota –a veces demasiado rápidamente– ese impulso mágico que nos convierte en esponjas del conocimiento? La respuesta a esta pregunta es en cierta medida el santo grial de la educación. Hay diferentes vías para alcanzar la ansiada motivación, y están todas escondidas en las emociones.

Por ejemplo, una emoción que nos gusta y que nos dejará buen sabor de boca y ganas de repetir es la satisfacción cuando obtenemos un premio o recompensa, sea en la forma de una buena calificación, de un título, o, en su forma más prosaica, un regalo material.

Por eso está tan en boga en las aulas el concepto de gamificación, que no es otra cosa que introducir en el proceso de aprendizaje los mecanismos de liberación de dopamina de los videojuegos: los premios.

A corto plazo, y aplicado de manera puntual en clase, las recompensas pueden servir para hacer más ameno y lúdico un tema particularmente árido; ayudan a romper la monotonía, pueden “enganchar” a los estudiantes menos participativos y crear un buen ambiente en el aula.

Pero a largo plazo, los premios agotan su capacidad motivadora. Al final, las recompensas que realmente nos dan una sensación duradera de felicidad son las intrínsecas, las que tienen que ver con logros no materiales.

Llegar a entender esto, y encontrar esa motivación interna, es una clave del éxito, no solo académico, sino profesional o incluso personal. Por eso lo que enseñemos en colegios e institutos no debería tener, como fin único, lograr unas buenas notas o un título, sino conocernos mejor a nosotros mismos, cuáles son nuestras cualidades, y cómo las podemos potenciar.

Para ello, además de intentar motivar, debemos transmitir a los estudiantes que hay cosas por las que merece la pena hacer un esfuerzo, y que la disciplina interna, esa que nos obliga a cumplir con un objetivo marcado, es también una enorme fuente de felicidad cuando se alcanza.

Ofrecemos estas interesantes lecturas para reflexionar sobre motivación, recompensas y disciplina.

Feliz sábado,

Eva Catalán

Educación

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Los premios y castigos no ayudan al alumnado a encontrar su camino

Diego Martín Alonso, Universidad de Málaga

¿Y si en lugar de estudiar para conseguir buenas notas o reconocimiento lo hiciéramos para saber más sobre quiénes somos y quiénes podemos llegar a ser, y qué cualidades tenemos o podemos potenciar?

Dmytro Zinkevych / Shutterstock

He sacado un 9.6, ¿qué me das?

Milagros Torrado Cespón, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja ; Joel Manuel Prieto Andreu, UNIR - Universidad Internacional de La Rioja

Es una tendencia natural de los padres prometer premios por buenas notas. Las recompensas de distinto tipo también se usan en el aula. Es importante valorar los pros y los contras de este incentivo.

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Qué es la ‘gamificación’ y por qué no está clara su eficacia en el aula

Diana Valero Errazu, Universidad Nebrija; Mª Beatriz Juárez Escribano, Universidad Nebrija

La ‘gamificación’ (aplicación de elementos característicos de los juegos en contextos no lúdicos) es una de las metodologías de moda, pero lo cierto es que aún no existe evidencia consensuada sobre su efectividad. Eso sí, de lo que no hay duda es de que motiva al alumno y ejerce una influencia positiva en su rendimiento.

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La neurociencia demuestra que la letra entra mejor con juegos que con sangre

Susana P. Gaytan, Universidad de Sevilla

Nuestro cerebro ha evolucionado para unir el aprendizaje a las recompensas. Así, desarrollar nuevas habilidades necesarias para la supervivencia se convierte en una experiencia placentera.

Ninos y niñas en un gimnasio y la profesora de espaldas.

La gamificación en educación física y el impacto en la motivación estudiantil

Javier Fernández-Río, Universidad de Oviedo

Organizar la clase de educación física como un juego estructurado por niveles, autogestionado y prolongado en el tiempo puede fomentar el compañerismo y aumentar la motivación de los estudiantes.

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¿Es útil usar recompensas para motivar en el aula y en los deportes?

Sergio Fuentes Antón, Universidad de Salamanca

Las recompensas son un elemento motivador, aunque a medida que crecemos y nos hacemos adultos, pasan a ser menos materiales y se hacen más emocionales y personales.

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Estudiantes ‘tenaces’: ¿se puede entrenar la fuerza de voluntad?

Álvaro Postigo Gutiérrez, Universidad de Oviedo; Eduardo García Cueto, Universidad de Oviedo; José Muñiz, Universidad Nebrija; Marcelino Cuesta Izquierdo, Universidad de Oviedo; Rubén Fernández-Alonso, Universidad de Oviedo

La capacidad de enfrentarse a las materias con interés y perseverancia, manteniendo un esfuerzo constante: esa es la tenacidad, o el ‘grit’ tan de moda ahora. ¿Podemos ayudar a lograrlo?

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Menos motivación externa y más disciplina interna: el secreto del éxito en la universidad

Consoli Quintana Rojo, Universidad de Castilla-La Mancha

A todos nos puede atacar el desánimo y la pereza, especialmente cuando los objetivos se desdibujan o son a medio o largo plazo. La autodisciplina es un aliado que se puede ejercitar.

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Por qué nos cuesta tanto cumplir los buenos propósitos de Año Nuevo

David Bueno i Torrens, Universitat de Barcelona; Anna Forés Miravalles, Universitat de Barcelona

Los cambios de ciclo, como el Año Nuevo, nos llevan a reflexionar sobre lo pasado y a marcarnos propósitos de mejora futura. ¿Por qué cuesta tanto cumplir esos planes? La neurociencia ofrece algunas respuestas.