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Artículo destacado:

Cuando nos exponemos a la luz a horas inadecuadas, dormimos menos de lo necesario o alteramos los horarios de las comidas, nuestra salud metabólica puede irse al garete.

Al fin y al cabo, no debemos olvidar que la orquesta del metabolismo energético "toca su música" dirigida por la batuta del sistema circadiano, como nos recuerda María Ángeles Bonmatí Carrión, de la Universidad de Murcia. La grelina (que nos hace sentir apetito) y la leptina ( que nos hace sentir saciados) se segregan según el ciclo de sueño-vigilia. Y lo mismo pasa con la hormona del crecimiento (que se segrega cuando dormimos) o la popular melatonina, que solo se libera correctamente en la oscuridad y nos prepara para dormir. En función de los niveles de estas sustancias, y también del cortisol, gestionamos de una u otra manera los lípidos y azúcares de nuestro cuerpo.

En general, nuestro metabolismo está configurado para consumir más energía durante el día que durante la noche, y más durante la vigilia que durante el sueño. ¿En todo el mundo por igual? Parece que no. Un nuevo y revelador estudio ha llegado a la conclusión de que quienes poseen un índice de masa corporal saludable presentan el momento de menor gasto energético durante la noche, independientemente de si al caer el sol salen a correr por la ciudad o se apalancan en el sofá. Por el contrario, los sujetos con obesidad tienen su momento de menor gasto energético durante el día.

Conocer esta diferencia de ritmos podría abrir la puerta a nuevos tratamientos frente a la obesidad, una enfermedad con dimensiones de pandemia que afecta al 28% de la población mundial adulta.

Salud,