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Artículo destacado:

El año 2023 se enmarcó como el más caluroso jamás registrado, y está por ver si en 2024 no superamos ese récord. Pese a ello, aún no hacemos lo suficiente para mitigar los efectos del cambio climático. Y quienes lo pagan más caro son las comunidades marginadas por raza, etnia o género que, para colmo, suelen verse excluidas de los profesos de toma de decisiones importantes.

Como nos recuerda hoy Ana Terra Amorim-Maia, del Basque Centre for Climate Change (BC3), la crisis climática no es solo un problema ambiental: también está profundamente entrelazada con injusticias sociales y económicas. Las prácticas actuales de adaptación a los cambios del clima exacerban las desigualdades existentes, como la exclusión social, la vivienda irregular, la pobreza energética y las disparidades arraigadas de género.

Por eso necesitamos que la acción climática sea inclusiva. Solo así podremos evitar, por ejemplo, que las mujeres indígenas enfrenten una doble barrera que las hace cargar con la peor parte de los impactos del cambio climático mientras se les niega un papel en el desarrollo de políticas y programas para mitigarlo.

Salud,