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Artículo destacado:

Una de las tendencias más preocupantes de los últimos años es la proliferación de robots (bots), es decir, cuentas automatizadas sumamente sofisticadas que emulan a las mil maravillas el comportamiento online de los seres humanos.

Gracias a las tecnologías de IA generativa, últimamente estos bots no solo son capaces de crear textos sino también imágenes y vídeos tan convincentes que cuesta distinguirlos de la realidad. Incluso pueden seguir conversaciones y adaptar el comportamiento en función del contexto, como nos explica Enaitz Ezpeleta Gallasteg, de la Mondragon Unibertsitatea..

Esto los hace tremendamente útiles en servicios de atención al cliente o aprendizaje de idiomas (Siri, Ok Google, Duolingo...). Pero también los convierte en auténticos maestros a la hora de crear mensajes trampa que, entre otras cosas, engañan a los usuarios haciéndose pasar por empresas u organizaciones reputadas, por ejemplo entidades bancarias.

Por si fuera poco, son capaces de crear y propagar información falsa, tanto para campañas de spam como para manipular a la opinión pública. Asimismo, se crean redes de bots para seguir, dar “me gusta”, responder o compartir información que uno de los bots o cualquier otro usuario ha publicado, amplificando su impacto dentro de la red social.

La buena noticia es que, al mismo tiempo que la IA les da a estos bots más poder para expandirse y engatusarnos, también nos ha proporcionado técnicas y modelos más potentes para detectarlos. 

Pero aún es insuficiente.Visto que los bots adaptan incesantemente sus tácticas, su detección se ha convertido en una carrera continua. Así las cosas, la investigación sobre la detección de bots sociales sigue siendo vital. “Proteger la integridad de la información en línea y el discurso social depende de ello”, concluye el investigador, que pronostica que la dificultad de detectar bots podría llevarnos a un escenario donde cada vez menos usuarios utilicen las redes sociales.

Salud,