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Si algún día hacemos realidad el sueño de viajar a Marte, se convertirá en pesadilla a menos que ideemos el modo de proteger a los astronautas de la radiación. Al fin y al cabo, las mismas radiaciones que en la Tierra generan bellísimas auroras boreales pueden convertirse en letales si nos pillan en el espacio exterior, sin el cobijo de nuestra atmósfera protectora.

Concretamente, se calcula que en un futuro viaje a Marte los astronautas estarán expuestos a una cantidad de radiación 700 veces superior a la que llega a nuestro planeta. Los efectos que esto tendría sobre el ser humano son inciertos y difíciles de evaluar, según explica Jesús Ordoño Fernández, del Instituto IMDEA Materiales. Pero se sospecha que podría provocar cataratas, dermatitis, esterilidad, afectaciones en la memoria y el sistema nervioso, problemas cardiovasculares, incluso mutaciones permanentes en su ADN y cáncer.

Como es imposible resguardarse en el interior de una nave fabricada con gruesas paredes de hormigón (pesaría demasiado), y dado que el ligero aluminio no nos protege de las radiaciones, decenas de investigadores andan devanándose los sesos para desarrollar materiales eficientes. El polietileno de las botellas de agua y el kevlar, la fibra con la que se fabrican los chalecos antibalas, son candidatos prometedores. Otra opción sería aprender de hongos radiotróficos que han crecido en Chernóbil, que podrían funcionar como escudos vivientes para los viajeros espaciales.

Viendo los recursos que tiene la ciencia, no cabe duda de que bien estas o bien otras ideas innovadoras en las que aún no hemos pensado nos permitirán viajar a Marte sin comprometer nuestra seguridad.