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La Ley de Restauración de la Naturaleza de la Unión Europea, aprobada el pasado 12 de julio, estuvo a punto de no salir adelante debido a la oposición de diferentes sectores políticos y económicos y se ha modificado para incluir condiciones más flexibles. No es un hecho aislado. Las leyes ambientales a menudo se ven como una amenaza para la economía, lo que bloquea su salida y puesta en práctica.

Ni siquiera su aprobación garantiza su cumplimiento. De hecho, España lleva años encabezando los países europeos con un mayor número de infracciones medioambientales.

En el artículo que da inicio a este resumen semanal, los investigadores Carlos Javier Durá Alemañ (Centro Internacional de Estudios de Derecho Ambiental del CIEMAT) y Fernando Valladares (Museo Nacional de Ciencias Naturales del CSIC) hacen un repaso por diferentes ejemplos de incumplimiento claro de la normativa.

Las propias leyes ambientales a veces vulneran o no aplican suficientemente los principios ambientales fundamentales como el de precaución, el de “quien contamina paga” y el de no regresión de la normativa ambiental.

¿Qué importancia tiene todo esto? “Las dificultades existentes a la hora de aplicar la normativa ambiental, sumadas a prácticas cronificadas y hasta normalizadas de incumplimiento, nos hacen cada día más vulnerables al cambio climático”, explican los autores. No respetar las leyes ambientales conduce a una sociedad cada vez más desigual, pobre y enferma.

Para mejorar el cumplimiento de la normativa son necesarios más recursos económicos, pero, sobre todo, más formación y coordinación de los agentes implicados en su desarrollo y en garantizar su ejecución.

Además, se ha propuesto crear un pacto global por el medio ambiente que sirva como referencia internacional para reforzar la eficacia del derecho ambiental y aporte un marco jurídico válido en todo el mundo.

Salud,