Buenos días:

Si escuchamos hablar del estoicismo, lo habitual es que pensemos en una filosofía antigua que nada tiene que ver con el mundo actual. Cuando surgió hace más de dos mil años en Grecia, esta corriente supuso un modelo de pensamiento novedoso al colocar la racionalidad en el centro de la vida. Sus seguidores cultivaban la sabiduría, la justicia, la moderación y la fortaleza como virtudes para afrontar las dificultades y para resistir las pasiones.

La corriente tuvo un enorme éxito, que se mantuvo hasta al menos el siglo II en la cultura grecorromana. En Roma los principios estoicos constituían modelos de conducta para buenos ciudadanos, padres, hijos y amigos que cumplían con sus deberes sociales.

Sus ideas perdieron popularidad con el ascenso del cristianismo, pero lejos de desaparecer, han resurgido recientemente con el movimiento neoestoico, cuyos detalles describe el profesor de la Universidad Nacional de Educación a Distancia Iker Martínez Fernández en el artículo que da inicio a este resumen semanal.

Nacido en 1998 con el libro A New Stoicism, del filósofo estadounidense Lawrence C. Becker, el neoestoicismo ha alcanzado una gran popularidad de la mano de nuevos autores y la recuperación de los clásicos. Existen incluso semanas temáticas y congresos estoicos mundiales. Pero ¿qué puede aportar hoy esta filosofía?

“La característica más relevante de estas comunidades es la centralidad que conceden al comportamiento ético”, explica el autor. Las ideas estoicas pueden servir de guía para afrontar la adversidad y la incertidumbre, y de pilar sobre el que construir unas reglas de conducta basadas en una racionalidad común.

Salud,