Buenos días:

La Convención sobre los Derechos del Niño se aprobó en 1989. Aunque la declaración supuso un hito histórico, no se tuvieron en cuenta asuntos como la brecha digital, la perspectiva de género y el cambio climático. Hoy se reconoce que el derecho de los niños a crecer en un entorno sano implica que lo hagan en un ecosistema limpio, saludable y sostenible.

Pero algunos de esos derechos todavía no se cumplen en todo el mundo, y el cambio global agrava los riesgos para la infancia. Los desastres naturales, la degradación medioambiental y la pérdida de biodiversidad, que a su vez repercuten en la agricultura, en el acceso al agua potable y en la nutrición, vulneran el derecho a la salud de los más pequeños.

En el artículo que da comienzo a este resumen de la semana que termina, el profesor de la Universitat de Barcelona Carlos Villagrasa Alcaide ofrece algunas cifras. Según datos de UNICEF, en 2021 había 815 millones de niños expuestos a la contaminación por plomo, 820 millones a olas de calor, 920 millones a la escasez de agua y 1 000 millones a elevados índices de contaminación atmosférica.

Recientemente, el Comité de los Derechos del Niño de Naciones Unidas ha publicado una Observación General sobre los derechos de la infancia y el medioambiente que recoge las demandas de niños, niñas y adolescentes de 121 países. Entre otras cosas, reivindican un medio ambiente limpio y saludable, que se les escuche y que las acciones de gobiernos y empresas sean claras y transparentes.

“Los niños tienen el derecho a un medioambiente limpio, y los Estados tienen la obligación de garantizarlo”, concluye el autor. ¿Se está haciendo todo lo posible para lograrlo?

Salud,