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La Comisión Europea prevé alcanzar al menos 60 gigavatios de eólica marina instalada en 2030, con vistas a llegar a los 300 gigavatios en 2050. España, de momento, tiene pocos aerogeneradores en el mar, pero se ha marcado el objetivo de aumentar la eólica marina flotante hasta producir entre 1 y 3 gigavatios en 2030.

Sin embargo, el despliegue de los parques eólicos marinos sigue despertando dudas, sobre todo relacionadas con su impacto en la biodiversidad y en las comunidades locales.

En el artículo que da inicio a este resumen de la semana que termina, los investigadores del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC) Josep Lloret, Ana Sabatés Freijo, Antonio Turiel, Elisa Berdalet y Josep-María Gili; Alberto Olivares (UNIR); Jordi Solé (Universitat de Barcelona); Josep Vila (Universitat de Girona) y Rafael Sardá (Centro de Estudios Avanzados de Blanes) responden a algunas de las principales preguntas que suscita su implantación en España.

Los autores explican que los parques eólicos marinos se asocian a numerosos problemas ambientales, desde contaminación acústica hasta destrucción o modificación de los hábitats bentónicos y cambios en sus comunidades. Por eso, es aconsejable alejarlos de las áreas marinas protegidas y sus alrededores, aunque coincidan con las zonas de máximo aprovechamiento del viento.

En cuanto a sus beneficios para las comunidades locales, los estudios realizados hasta el momento ofrecen resultados contradictorios. Mientras que algunos detectan un efecto positivo en el turismo y los recursos pesqueros, otros muestran un impacto económico negativo.

Los autores explican en su artículo el proceso para la zonificación y la concesión de licencias y recogen otras opciones que ofrecen los océanos para luchar contra el cambio climático. La energía eólica constituye una herramienta más para disminuir el uso de combustibles fósiles, pero debe estar bien planteada para asegurar que no agrava la crisis de biodiversidad ni perjudica a las sociedades locales.

Salud,