Buenos días:
La hierba de la pampa, la avispa asiática, la rana toro, el jacinto de agua y el visón americano son solo algunos ejemplos de especies invasoras llegadas a Europa debido a la actividad humana que se han expandido a sus anchas por diferentes países.
A nivel mundial, existen unas 37000 especies fuera de lugar debido a la acción del hombre, según la Plataforma Intergubernamental sobre Biodiversidad y Servicios Ecosistémicos. Aunque tan solo unas 3500 de ellas llegan a generar problemas en las zonas ocupadas, muchas causan graves estragos ecológicos, al desplazar a especies autóctonas, y pérdidas millonarias.
Por ejemplo, “plantas como el jacinto de agua forman densas colonias que afectan a la depuración y explotación del agua en zonas agrícolas y urbanas”, señala Belinda Gallardo, del Instituto Pirenaico de Ecología (IPE - CSIC). Otras especies actúan como plagas en cultivos o depredadores de los polinizadores.
A nivel ecológico, las especies exóticas invasoras pueden llevar incluso a la extinción local de las nativas a través de la depredación, la competencia por el alimento, la modificación de hábitats, la hibridación con ellas y la transmisión de parásitos y enfermedades.
En el caso de las islas, sus consecuencias son especialmente críticas. Las especies que albergan, menos numerosas que en el continente, desempeñan funciones insustituibles que se pierden si desaparecen, como advierten los investigadores Pau Enric Serra y Anna Traveset, del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA - CSIC - UIB).
Muchos de estos visitantes indeseados llegan en barco, como mercancía, contaminantes de otros productos, polizones en el agua de lastre o incrustados en el casco de la nave. Una vez en destino, aprovechan de nuevo las actividades humanas para propagarse. Incluso las guerras contribuyen a su expansión.
Otro gran problema es el abandono de mascotas exóticas. Aunque existen listas negras que prohíben la comercialización y liberación de las especies para las que existe riesgo de invasión, siguen soltándose en el medio natural animales como las tortugas de orejas rojas o amarillas.
Pero además de sus perjuicios, las especies invasoras también tienen efectos positivos en los ecosistemas y en las especies nativas. Por ejemplo, pueden proporcionar alimento y refugio, favorecer la polinización y la dispersión de semillas.
Un estudio liderado por el investigador de la Estación Biológica de Doñana (EBD - CSIC) Dailo Hernández-Brito revela que los nidos de cotorra argentina, una especie procedente de Sudamérica e introducida en 27 países debido a su popularidad como mascota, pueden ser utilizados por más de 40 especies inquilinas que se benefician de su construcción.
Además, en algunos casos, como el de la culebra real de California en Gran Canaria, pueden servir de centinelas que muestren el efecto de ciertos contaminantes en los ecosistemas.
Las medidas legislativas, la prevención y la concienciación son fundamentales para evitar las invasiones biológicas. Una vez establecidas, su gestión se lleva a cabo con medidas de control y erradicación que deben obedecer a criterios científico-técnicos y que deben adaptarse a cada caso.
Salud,
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