Hoy en The Conversation:

• Los baños helados tienen más peligros que beneficios
• ¿Será el jueves el nuevo viernes? Semana laboral de 4 días
• Ligeti, el compositor de "2001: una odisea en el espacio"

Artículo del día:

Hay que reconocer que los productos sin gluten saben cada vez mejor. Especialmente el pan, el más consumido a nivel mundial. En los últimos años hemos pasado de fórmulas sin gluten muy sencillas, con bajo volumen, miga gomosa y textura desagradable, a hogazas de calidad, esponjosas, con una corteza crujiente.

El único problema es que, cuando hace 4 años se modificó la normativa española relativa al pan y se puso orden en la denominación de panes integrales o elaborados con otros cereales, nadie se acordó de los panes sin gluten. De hecho, como explica Manuel Gómez Pallarés, de la Universidad de Valladolid, en la normativa se define el pan como un producto resultante de la cocción de una masa fermentada obtenida por la mezcla de harina y agua. Y harina es, precisamente, lo que falta en la mayoría de los “panes sin gluten”, que en su lugar suelen usar almidón. Si no se les puede llamar panes, ¿qué son esas masas hechas a partir de arroz, maíz, teff o trigo sarraceno?

Paradójicamente (y menos mal), en la legislación fiscal sí se admite que al “pan sin gluten” se le aplique el mismo IVA que al pan normal. Una incongruencia en toda regla. “Debería estudiarse seriamente un cambio legislativo, de manera que un producto conocido como ‘pan sin gluten’ por empresas fabricantes y consumidores pueda seguir denominándose de la misma manera”, reclama Manuel Gómez Pallarés.

Salud,