Buenas tardes: 

Imagine que se enfrenta al examen más determinante de su futuro profesional. Una de las asignaturas de las que se examina es Filosofía. ¿Qué pregunta preferiría contestar? 

“El problema del conocimiento en algún autor de la filosofía griega clásica”.

O:

“¿Cómo puede interpretarse el reto que supone para un sujeto humano adquirir la información que proporciona Chat GPT a la luz de los planteamientos de Platón sobre el problema del conocimiento?”

La primera es un ejemplo del tipo de examen en que solía consistir la selectividad, o pruebas de acceso a la universidad (PAU). La segunda, de cómo va a ser a partir de este año. Esta semana, más de 300.000 adolescentes (y sus docentes, y sus familias) vivirán pendientes de los resultados de esas cinco pruebas de materias obligatorias y hasta cuatro más opcionales. La máxima calificación posible es un 14. Una inmensa mayoría, hasta el 90%, de los estudiantes que realizan las pruebas de acceso a la universidad las aprueban. ¿Por qué entonces los nervios?

Porque en la selectividad no se trata de aprobar, sino de la nota más alta que uno puede conseguir. No hay plazas para todos los aspirantes a estudiar un grado universitario público. Como en una especie de mercado bursátil, las carreras universitarias tienen cada una una nota de acceso, que consiste en la nota más alta del último estudiante que entró el año pasado. Para poder estudiar las más demandadas, como Medicina, hace falta sacar un 12,3 como mínimo para poder estudiar en una universidad pública. En cambio, para otras como la que yo elegí, Filología Hispánica, todos serán aceptados, pues su nota de acceso en la mayoría de universidades públicas es un 5. 

¿Por qué se decide así a qué grado universitario puede aspirar un estudiante? ¿Por qué, por ejemplo, si alguien quiere y tiene la clarísima vocación de hacer Medicina, puede quedarse sin entrar porque sacó mala nota en Filosofía, Lengua o Literatura, materias que no se tocan en el grado universitario de esta especialidad? 

Javier Manuel Valle y Laura Vellaz Pérez, expertos en políticas educativas de la Universidad Autónoma de Madrid, nos han explicado en su artículo que este sistema de acceso a la universidad pública quedó establecido al comienzo de la democracia (de hecho, antes de la muerte de Franco) y aunque el tipo de exámenes, las asignaturas, o la manera de puntuar se han modificado a lo largo de estas décadas, el sistema de acceso, por el que los estudiantes deben demostrar sus conocimientos en todas las materias que han estudiado en Bachillerato, en una gran prueba global de contenido para cada una de ellas, no ha cambiado. ¿Debería? 

Estos expertos argumentan que los sistemas de otros países (europeos y americanos) son distintos. ¿Son más justos? 

Los cambios que se estrenan este año afectan al modelo de examen y están encaminados a otras cuestiones también necesarias: su equidad en todo el territorio español (que las diferencias entre comunidades sean las mínimas) y la manera de realizar las preguntas. Tras casi cuatro años de ley educativa en la que se busca enseñar competencias y no solo contenidos, las preguntas van a ser por primera vez abiertas o semiabiertas con la intención de evaluar el grado de madurez y de capacidad de aplicación práctica de los contenidos que los alumnos tengan. 

Además, en estas dos semanas hemos hablado de: cómo combatir el edadismo con redes de escuelas y centros de mayores que realizan actividades conjuntas; proyectos de aprendizaje servicio que traen las matemáticas a los colegios de primaria; maneras de usar la inteligencia artificial para contribuir al aprendizaje de niños y niñas con dificultades; los pilares de una educación de calidad según un informe de la OCDE; y los efectos de un programa de psicología positiva en la mejora de la salud mental de los universitarios 

👉 Por cierto, desde hoy está disponible para leer en línea y descargar en PDF la revista monográfica de la Fundación Telos "Generación Alfabeta", una mirada en profundidad y desde diferentes ángulos al papel de la tecnología en las vidas de los más jóvenes. Está cargada de artículos de enorme interés para quienes conviven con estas generaciones, como ustedes, en el aula. Y en The Conversation estamos muy orgullosos de haber colaborado con la selección y edición de artículos y expertos de este número especial. Pueden verlo por ustedes mismos clicando en la imagen.

Feliz lunes, y feliz lectura. 

Eva Catalán, editora de Educación 

 
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Cambios en las pruebas de acceso a la universidad: nueva forma, mismo fondo

Javier M. Valle y Laura Vellaz Pérez, Universidad Autónoma de Madrid

Explicamos las modificaciones más importantes en la nueva prueba de acceso a la universidad y analizamos por qué el modelo, pese a estos cambios positivos, sigue siendo mejorable.

 

Cómo combatir el edadismo con redes educativas para jóvenes y mayores

Fidel Molina-Luque, Universitat de Lleida

Nadie debería ser invisibilizado o despersonalizado por pertenecer a una generación determinada. Educar a jóvenes y mayores en espacios comunes podría prevenir la discriminación por edad.

 

Universitarios y escolares aprenden matemáticas jugando en equipo

Amparo Casado Melo, Ana Carpio Vicente,  y María José Madrid Martín, Universidad Pontificia de Salamanca

Universitarios que se preparan para ser docentes colaboran en un proyecto de matemáticas lúdicas en un centro de primaria con resultados prometedores.

 

¿Ayuda la inteligencia artificial al alumnado con dificultades de aprendizaje?

Lidia Márquez-Baldó, Universitat de València

Existen herramientas de IA que pueden ser muy útiles para apoyar desde el aula y con supervisión del profesor determinadas necesidades específicas de aprendizaje.

Cinco objetivos y veinte prácticas para una enseñanza de calidad (según la OCDE)

Gerardo Meneses, Universitat Rovira i Virgili

¿Se puede descifrar la “receta” perfecta para una educación de calidad? La OCDE lo ha intentado. Estas son sus conclusiones.

 

Cómo mejorar el bienestar de los universitarios con psicología positiva

Elisenda Tarrats Pons, Universitat de Vic – Universitat Central de Catalunya

Propuestas desde la psicología positiva con un beneficio probado entre estudiantes universitarios.

 
 
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