Buenos días:

El pasado ocho de diciembre, un buque perdió en el mar frente a las costas de Portugal seis de los contenedores que transportaba. Al menos uno de ellos contenía pélets de plástico, unas pequeñas esferas de entre 2 y 5 mm de diámetro que se emplean para fabricar productos como bolsas o envases.

Cinco días después, se produjo el primer avistamiento de estas partículas en Galicia. Desde entonces, esta “marea blanca” no ha cesado de llegar a las playas gallegas y ha alcanzado la costa de Asturias.

Quienes investigan la contaminación por microplásticos en el mar conocen bien estos vertidos. Daura Vega Moreno, de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, nos cuenta en el artículo que abre este resumen semanal que “llevan décadas ocurriendo en mar abierto” y que cada día llegan grandes cantidades de pélets a muchos puntos costeros de España y del resto del mundo.

Las esferas que han llegado a Galicia y Asturias están compuestas de polietileno y, al menos, un aditivo que las hace más resistentes a la radiación UV. Lucía Viñas Diéguez y Jesús Gago, del Instituto Español de Oceanografía del CSIC, explican que este material es “difícilmente degradable”.

Los autores nos detallan lo que sucede con los pélets en el mar. Con el tiempo, estas bolitas se descomponen en partículas más pequeñas o microplásticos y liberan sus componentes tóxicos.

Cristina Romera, de Instituto de Ciencias del Mar del CSIC, recogió muchas de estas esferas en las playas de Barcelona tras el temporal Gloria de 2020. Advierte que “son solo la punta del iceberg” de la contaminación por plástico de los océanos y playas y expone las graves consecuencias para los seres vivos.

Se ha observado, por ejemplo, que los compuestos químicos liberados por pélets causan malformaciones en erizos de mar y afectan al fitoplacton marino.

Los investigadores señalan que, ante este tipo de vertidos, debe actuarse rápido y esperan que este incidente sirva para concienciar del gran daño que provocan.

Salud,